Querido Txarli.-


No sé cómo empezar esta carta. Tanto tiempo sin ti... tantos recuerdos... Aun a riesgo de caer en el tópico supongo que debo comenzar por decirte que por aquí la Vida sigue igual. Tu querida ciudad, que tan ingrata ha sido contigo, permanece  mojigata, aburrida, provinciana. Pero qué te voy a contar a ti, que sufriste la incomprensión de tus conciudadanos. Ni una estatua en tu honor, ni una mísera plaquita en la Taconera reconociendo tu labor, tu saber hacer, tu actitud vital. Porque al final se trata de eso, de la actitud que nos demostraste tener ante la Vida, ante el encierro en esa jaula maldita como metáfora de una ciudad que no dejaba ni deja respirar. Todavía tenemos tantas cosas que aprender de tu legado. Nunca se acaba tu ejemplo, tu forma de contemplar el mundo. Porque tú sufriste duras críticas: unos te odiaban porque robabas sus gafas de un tirón traicionero, a otros les tirabas del pelo con muy mala leche aunque las más de las veces pasabas de los curiosos, esos gilipollas al otro lado de los hierros. Sólo actuabas cuando te tocaban los cojones, y con razón, querido Txarli. Y claro, luego está el tema de las pajillas, siempre meneándotela a la vista de niños y grandes para escándalo de los biempensantes de esta ciudad. En fin, todos sabemos que hay puntos oscuros en tu Vida, por ejemplo, en el misterio de tu desaparición repentina. Bueno Txarli, me estoy emocionando... En definitiva nos gustaría que estas humildes líneas sirvieran para que sepas que algunos de nosotros  no te olvidamos... estés donde estés, amigo Txarli. 

Tu heterodoxia libertaria guía nuestros pasos.











No hay comentarios:

Publicar un comentario

Cualquier comentario será apreciado. Y desde luego, cualquier info, anécdota o recuerdo personal sobre El Venerable es bienvenido. Muchas Gracias.-